Cuando Vanna Bardot se escabulle a su novio, Kyle Mason, más allá de su madrastra, Becky Bandini, Kyle no puede evitar notar que Becky se está masturbando. Sin embargo, lo que le parece aún más extraño es que Vanna no parece tranquila y está ansiosa por follarlo tan pronto como estén solos. Sin embargo, cuando Becky llama a la puerta del dormitorio, obligando a Kyle a esconderse en el armario, se produce una revelación totalmente inesperada: Vanna y Becky han estado follando todo el tiempo. Mientras un excitado Kyle observa con asombro desde el armario, su entusiasmo mientras se masturba lo lleva a dar a conocer su presencia de una manera cálida y pegajosa. A partir de ahí, Becky decide enseñarle a Vanna una lección para no ocultarle nada, especialmente a alguien con tanta energía sexual como Kyle.