La bustacular latina Sheila Ortega está desesperada por un masaje y ha conseguido concertar una cita de última hora con el masajista de ébano Jesús Reyes. Pero cuando Jesús le engrasa la piel, Sheila descubre que no es solo su carne la que se moja al sentir su firme y masculino agarre, y solo puede imaginar lo que tiene entre sus piernas. Entonces, cuando Jesús se aleja por un momento para atender una llamada telefónica, ella decide tomar el asunto en sus propias manos llenando su jugoso coño marrón con un consolador de vidrio. Pero cuando Jesús regresa y la atrapa en el acto, está más que feliz de convertirse en su Jesús Gallo y hacerse cargo de manejar el consolador mientras él planta su amplia voluntad en su agujero. A partir de ahí, está feliz de frotar su vara entre sus tetas antes de concederle la salvación en forma de una polla profunda en posiciones misioneras, a cuatro patas y de pie, para terminar bañándola en su semen sacramental. Sheila sin duda estará llorando “¡amén!” antes de que termine esta escena.
