La siempre cachonda Martina Smeraldi intenta despejar su mente de todos los pensamientos impuros aprendiendo fútbol. Su entrenador, Raúl Costa, hace un buen trabajo al presentarle a Martina las alegrías de no tener relaciones sexuales perpetuamente, pero luego Martina se lastima a sí misma. Alejar el dolor siempre fue el lema de Martina. Por lo tanto, su talón adolorido la pone instantáneamente cachonda. Mientras se arrodilla frente a Raúl para empujar su polla dura hasta el fondo de su garganta, Marina piensa: “¡A la mierda el fútbol! De todos modos, chupar pollas es mi verdadera vocación”.