Gina cree que no la están follando tan fuerte como le gustaría. Después de confesárselo a un amigo, le dicen a Gina que visite el viejo granero al final de la calle. Escéptica por lo que ha escuchado que sucede allí, finalmente reúne el coraje para pasar y encuentra al misterioso Bruno Dickemz, quien está a punto de recompensar su curiosidad y darle las sesiones de polla con las que ha estado soñando.