Vi a esta hermosa mujer llamada Silvia Soprano sentada en un banco del parque, así que me acerqué y me jacté de las ganancias de mi casino. Silvia me preguntó si estaba soltera y le respondí que no. Le pedí que jugara a la verdad o al desafío y, por algo de dinero, me mostró sus tetas. Se puso juguetona y me preguntó cuánto pagaría yo por que me chupara la polla. Fuimos a este edificio apartado en el que follo a veces, y ella se puso de rodillas y se metió en la boca mi polla palpitante. De pie, Silvia se dio la vuelta y se bajó los pantalones, luego deslizó sus bragas negras de encaje fuera de su culo redondo para que yo pudiera follar su coño de pie a lo perrito. Ella me montó en el suelo, luego la golpeé en posición de cuchara hasta que salí y me corrí en su coño.